jueves, 23 de agosto de 2007

Viajar a República Dominicana

Si se adquiere un paquete turístico con todo incluido, la República Dominicana aparece como uno de los países más baratos del Caribe. Sin embargo, el coste de un viaje no organizado resulta, con creces, menos ventajoso. El alojamiento económico es muy escaso y, como gran parte de la comida debe importarse, la alimentación tampoco resulta asequible.

La divisa adecuada para utilizar en la República Dominicana es el dólar estadounidense. Las tarjetas de crédito y los cheques de viaje se aceptan en Santo Domingo, pero no así en las zonas rurales. Si se piensa viajar alejado de los circuitos turísticos, será necesario proveerse de dinero en efectivo, preferentemente moneda fraccionaria. Se aconseja evitar el canjeo de dinero en el mercado negro.

Las habitaciones de hotel están sujetas a múltiples tasas; por una noche se puede llegar a pagar un 23% más. En las cuentas de los restaurantes se añade un 8% de IVA y un 10% en concepto de servicio. Una propina de entre un 5 y un 10% por una comida será bienvenida, pero no es obligatoria. Lo mismo ocurre con los taxistas y los porteros de los hoteles, que aceptarán una gratificación por sus servicios.

En la República Dominicana predomina el clima tropical, con más variaciones de temperatura geográficas que estacionales. Agosto se caracteriza como un mes bochornoso y tórrido, mientras que enero sufre en menor medida esta canícula. Aparecen dos estaciones pluviales: entre octubre y mayo a lo largo de la costa norte y de mayo a octubre en el Sur. Es aconsejable ir provisto de paraguas si se tiene la intención de recorrer todo el país. La lluvia dominicana no puede calificarse precisamente de refrescante y ligera, como la hawaiana o centroamericana: aquí llueve a mares y durante muchas horas (puede estar lloviendo fácilmente medio día sin parar).

Merece la pena perderse la estación de los huracanes (de junio a septiembre). Aunque la probabilidad de sufrirlos sea ínfima, un huracán, aunque sea pequeño, puede amargar las vacaciones a cualquiera.

Un Carnaval no es suficiente para Santo Domingo, ciudad amiga de las fiestas: la celebración anterior a la Cuaresma, festejada en todo el país, siempre se inicia dos o tres días antes del 27 de febrero (Día de la Independencia) y finaliza unas jornadas después. Este gran acontecimiento combina la descompresión católica con la espiritualidad africana, ornamentada con fantásticos disfraces, carrozas espectaculares y ron a voluntad. El segundo Carnaval se inaugura el 15 de agosto, coincidiendo con el Día de la Restauración (aniversario de la declaración de guerra a España). Las fiestas de agosto quizá parezcan algo más tranquilas, pero no dejan de constituir una ocasión ideal para lucir plumas y lentejuelas.

La República Dominicana organiza otro gran evento durante la última semana de julio y la primera de agosto, el Festival de Merengue, epicentro de este ritmo y que congrega en Santo Domingo a los mayores talentos del planeta, para sumergir la ciudad y sus alrededores en música y baile. Se celebra otro festival de merengue en Puerto Plata durante la primera semana de octubre. Si apetece variar un poco de ritmo, no hay que perderse los tres días del Festival de Música Latina que acontecen en la capital, al que asisten los artistas más renombrados de este género musical, desde Enrique Iglesias y Ricky Martin a Tito Rojas y Fernando Villalona.

También merece la pena acudir a otros eventos, como el Festival Cultural que se celebra en junio en Puerto Plata, con una semana surtida de conciertos de jazz, blues, merengue y folk por toda la urbe; el Cabarete Alegría, en el que el país dedica todo el mes de febrero a divertirse, con actividades de fin de semana tales como carreras de bicicleta de montaña, competiciones de vuelo de cometas o concursos de castillos de arena, y el Encuentro Classic, un espectáculo de windsurf conocido internacionalmente que enfrenta a las estrellas de este deporte con la estación de los huracanes en Cabarete.

La época indicada para acercarse a Sosúa, repleta de bares y restaurantes, se focaliza durante la Semana Santa. Gentes de toda la nación afluyen a esta población situada junto a la bahía para participar en competiciones de voleibol, emborracharse, tumbarse al sol y bailar durante toda la noche. En definitiva, la gran juerga.

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