viernes, 24 de agosto de 2007

Viajar a Grecia

Grecia ha dejado de ser un país barato. Un presupuesto diario realmente bajo alcanza los 50 euros, si se practica el autostop, si el alojamiento se realiza en albergues de juventud o en campings, si no se frecuentan los bares y no se come en restaurantes y si se viaja en transbordador de forma ocasional. El cálculo asciende al menos a 90 euros al alojarse en habitaciones individuales, comer fuera con regularidad y visitar todos los lugares de interés. Para unas vacaciones más desahogadas - aposentos confortables y buenos restaurantes a diario - se precisarán unos 80 euros. Las tarifas hoteleras varían enormemente según los meses, y es posible ahorrar hasta un 30 por ciento si no se viaja en temporada alta, entre mediados de junio y finales de agosto.


Los bancos cambian todas las divisas importantes en efectivo, cheques de viaje o eurocheques; la comisión es menor en el primer caso. Las oficinas de correos sólo canjean dinero en metálico y suelen cobrar comisiones menores que las sucursales bancarias. Las agencias de viaje y los hoteles de mayor entidad también ofrecen estos servicios, pero sus tarifas suelen ser más elevadas.

En la mayor parte de las zonas turísticas es posible encontrar cajeros automáticos. Todos los establecimientos de lujo y alojamientos aceptan tarjetas de crédito; Visa, MasterCard y Eurocard son las más aceptadas. Muchos bancos poseen terminales de datos a través de las cuales se puede acceder a las cuentas de débito o crédito.


En los restaurantes el servicio está incluido en la cuenta, pero es costumbre dejar una pequeña propina; redondear la cantidad que se debe pagar suele ser suficiente. Lo mismo sucede en los taxis. El regateo no está tan generalizado como en los países orientales; en la mayoría de los comercios, los precios están bien indicados y no son negociables, aunque en los mercados el viajero puede probar su habilidad para reducir el coste. Merece la pena negociar el precio de las habitaciones, especialmente si se ha previsto una estancia de varios días.

La primavera y el otoño son las mejores estaciones para visitar Grecia. Las condiciones son idóneas de Semana Santa a mediados de junio, cuando el tiempo es agradable y suave en la mayor parte del país; las playas y los monumentos están relativamente poco frecuentados, los transportes públicos funcionan con un horario similar al veraniego y el alojamiento es más económico y fácil de encontrar. También se goza de un buen tiempo entre finales de agosto y mediados de octubre, una vez acabada la temporada alta.

En invierno, salvo en las ciudades más importantes, la animación disminuye drásticamente, puesto que la mayor parte de la infraestructura turística entra en hibernación desde mediados de octubre hasta principios de abril. No obstante, en las islas más concurridas, ciertos restaurantes, bares y hoteles permanecen abiertos anualmente.


A lo largo del año griego se sucede una mezcla de fiestas y celebraciones religiosas, laicas y culturales. La Gynaikratia, el 8 de enero, es el día en el que los pueblos del norte invierten los roles tradicionales. Las mujeres permanecen a lo largo de la jornada en los kafeneia (cafeterías) y otros centros sociales en los que suelen congregarse los hombres, mientras que éstos se quedan en casa encargándose del trabajo doméstico.

El Carnaval se extiende entre febrero y marzo durante las tres semanas anteriores al principio de la Cuaresma, e incluye disfraces, festejos, danzas tradicionales y algarabía general. La Semana Santa se celebra según el calendario ortodoxo y es la festividad más significativa para la iglesia. A lo largo de la Pascua se efectúan procesiones con cirios blancos; la más espectacular se desarrolla en el monte del Licabeto. Éste es un evento alegre, ya que se enfatiza la Resurrección por encima de la Crucifixión.

Existen numerosos festejos veraniegos en todo el país; uno de los más representativos es el Festival de Atenas (entre junio y septiembre), que acoge obras teatrales y espectáculos musicales en los antiguos anfiteatros durante las noches estivales.

Viajar a Croacia

El gobierno croata sobrevalora la kuna para conseguir divisas baratas. Los precios de los hoteles se indican en marcos alemanes para mantenerlos estables, aunque las cantidades se pagan en kunas croatas que se calculan con el cambio oficial del momento. Escasea el alojamiento económico, pero el transporte, la comida y las entradas para conciertos y teatro ofrecen unos precios razonables. Es factible viajar por Croacia con un presupuesto de 35 dólares diarios si uno se aloja en albergues o en habitaciones alquiladas en casas privadas; acampar resulta aún más barato. Para viajar con más comodidades, es necesario duplicar esta cantidad, y si uno aspira al lujo, incluso triplicarla.


Se pueden encontrar muchos lugares donde canjear dinero, y todos ofrecen la misma comisión. Aunque las oficinas de cambio las cobran, conviene tener en cuenta que algunos bancos no lo hacen. Las entidades son el único lugar donde se puede volver a cambiar kunas por una moneda más fuerte y donde es factible conseguir dinero en efectivo de la tarjeta de crédito, aunque no todos los bancos aceptan las tarjetas Visa.


Se aconseja redondear la cuenta del restaurante si el servicio ha sido satisfactorio, siempre y cuando no se haya incluido ya un recargo en la cuenta. En los bares y los taxis también se debe redondear la cantidad a pagar. Asimismo, los guías turísticos esperan una propina.

Teniendo en cuenta el clima, los meses de mayo a septiembre son los mejores para visitar el país, aunque en julio y agosto la costa adriática puede acoger un exceso de visitantes. Quizá septiembre sea el momento más propicio, ya que para entonces la afluencia de turismo ha disminuido, los precios se adaptan a la temporada baja y abundan los higos y las uvas. En abril y octubre puede hacer demasiado frío para acampar, aunque el clima de la costa suele ser benigno y resulta sencillo encontrar alojamiento económico. Uno puede bañarse en el mar desde mediados de junio hasta finales de septiembre.


Del 21 de marzo al 4 de abril, Zagreb se mueve al ritmo del Spring Time Jazz Fever, sólo superado por el International Days of Jazz, que se celebra a mediados de octubre en la capital. También merecen la pena los grupos de pop de estilo dálmata que actúan en el Festival Estival de Split, en julio, celebrado en las mismas fechas que el Festival de Verano de Zagreb, donde se puede disfrutar de música clásica croata. El Festival Estival de Dubrovnik, que se festeja en julio y agosto, presenta las clásicas y estupendas estrellas musicales del país. En estos mismos meses, Omis aparca las tamburas para acoger un festival de canto a capella.


Zagreb organiza durante el mes de junio el festival de teatro europeo EUROKAZ, además del Festival Internacional de Animación y el Festival Internacional del Folclore en julio. Ese mismo mes Opatja disfruta de la música tradicional de Istria, mientras que el turno de la cultura eslovena llega en septiembre, en el Golden Strings Festival (festival de cuerdas doradas) de Pozega. En Sibenik, junio trae el Festival Internacional Infantil.

Viajar a Rusia

Si se dispone de un presupuesto escaso y se está dispuesto a no viajar en avión, a prescindir de los taxis y de las llamadas de larga distancia, así como a buscar el alojamiento y la comida más baratos, se puede sobrevivir con 30 dólares al día. Los turistas que prefieran hospedarse en hoteles confortables y comer en restaurantes una o dos veces al día deberán contar con una cifra más próxima a los 85 dólares diarios. Para los viajeros que elijan siempre los mejores restaurantes moscovitas y se hospeden en los alojamientos más lujosos, deberán plantearse un coste en torno a los 350 dólares al día.

Es aconsejable no llevar todo el dinero en un mismo formato (cheques de viaje, tarjetas, efectivo, entre otros). Si bien los dólares estadounidenses son más fáciles de canjear, llevar efectivo es arriesgado a causa de la creciente peligrosidad de las ciudades. Cambiar los cheques de viaje puede resultar una tarea difícil, si no imposible. También se puede optar por un adelanto de efectivo mediante una tarjeta de crédito en las grandes ciudades, aunque cabe tener en cuenta que, en cualquier otro lugar, esta operación será más complicada.


No es habitual dejar propina. Los hoteles y restaurantes de lujo acostumbran añadir entre un 5 y un 15 por ciento a la cuenta, mientras que los mozos esperan recibir aproximadamente un dólar por maleta. Los establecimientos fijan los precios, pero en los mercados el regateo es frecuente.

Julio y agosto, principal temporada vacacional, son los meses más cálidos y pluviosos del año, ya que puede llover uno cada tres días. De este modo, para evitar las multitudes y las precipitaciones es conveniente visitar el país entre mayo y junio o septiembre y octubre. En otoño, los árboles cambian sus hojas, se maduran los frutos silvestres y las setas ya han crecido. A pesar del crudo clima invernal, hay que tener en cuenta que los teatros están abiertos, el vodka reaparece, las estancias son acogedoras y puede disfrutarse de la belleza del paisaje nevado. Si se viaja durante la primavera, es necesario saber que, a causa de la nieve derretida, el suelo está pantanoso.


En Semana Santa y Navidades se convocan servicios eclesiásticos por la noche, así como procesiones y muestras de arte folclórico. En abril, San Petersburgo festeja la Primavera de la Música, festival internacional dedicado a la música clásica, y a finales de junio se organiza el Festival de las Noches Blancas, diez días dedicados exclusivamente a la cultura y el ocio. En Moscú, tan sólo en los años impares, tiene lugar el festival de cine en agosto. El Festival Ruso de Invierno, celebrado en San Petersburgo, Moscú y Nóvgorod entre diciembre y enero, centra su programación en actuaciones folclóricas. El Año Nuevo también es una fecha muy emotiva para el pueblo ruso.

Viajar a Suiza

Los precios en Suiza son más elevados que en ningún otro país europeo. El visitante con un presupuesto ajustado puede vivir con unos 30 dólares diarios si adquiere un abono de tren, se aloja en albergues y se alimenta con lo que va comprando. Residir en pensiones, comer fuera y disfrutar de la vida nocturna significa como mínimo doblar esta cantidad.


Se aceptan los cheques de viaje y las principales tarjetas de crédito. No se cobra comisión al canjear metálico o cheques, aunque es recomendable averiguar cuáles son las mejores tarifas (los hoteles suelen aplicar las peores). Raramente es necesario dar propinas, puesto que los complejos hoteleros, restaurantes y bares incluyen por ley un 15% en concepto de servicio; también los taxis lo suelen aplicar.

Se puede visitar Suiza en cualquier época del año. La estación veraniega se extiende aproximadamente de junio a septiembre, y ofrece la climatología más agradable para las excursiones al aire libre. Debe contemplarse que durante este período se prodigan los turistas, por lo que los precios pueden aumentar, el alojamiento ser difícil de encontrar y las atracciones más importantes estar llenas. Es posible hallar mejores ofertas y una menor afluencia de visitantes en abril, mayo, finales de septiembre y octubre.

El amante de los deportes de invierno puede disfrutar de los complejos de los Alpes a partir de finales de noviembre. Tras un período de plena ocupación (en Navidades), las estaciones se clausuran cuando la nieve comienza a fundirse, en abril.

En febrero se celebra el Fasnacht (carnaval) en muchas ciudades, entre las que destaca Basilea, que organiza elaborados desfiles que comienzan a las 4 de la madrugada. En la parte baja del Valais, de marzo a octubre, se puede asistir a las luchas de vacas en el Combat de Reines, con la finalidad de encontrar el animal más preparado para conducir el rebaño hasta los pastos en verano. El mundialmente reconocido Festival de Jazz de Montreux acontece en julio. El Día Nacional (1 de agosto) se conmemora con fuegos artificiales en todo el país y, en el Emmenthal, en la zona este de Berna, con lucha suiza. El cuarto lunes de noviembre, la capital alberga el famoso mercado de las cebollas, en el que los comerciantes invaden el centro de la urbe, derramándose más de una lágrima.

Viajar a Irlanda

Irlanda es un país caro (en especial su capital, Dublín), aunque los precios varían a lo largo del territorio. Si se parte del supuesto de que el viajero se aloja en un hostal, almuerza algo ligero en un pub y se prepara él mismo la cena, el gasto medio diario rondará los 20 euros, a lo que habrá que añadir algo más si se piensa viajar por el país. Otros gastos extra que se deben tener en cuenta son la costumbre de los hostales de cobrar por darse un baño o, otra tradición, verse en la obligación de pagar una ronda de caras pintas de cerveza Guinness.
En Irlanda, la mayoría de las divisas y los cheques de viaje se cambian sin problema, aunque llevarlos en libras esterlinas ofrece la ventaja de que en Irlanda del Norte no hay cargos por la transacción. Las mejores comisiones las ofrecen los bancos, pero las oficinas de cambio permanecen abiertas hasta más tarde. En muchas de las oficinas de correos se puede asimismo canjear dinero y, además, abren los sábados por la mañana. Por lo general, la mayoría de los establecimientos aceptan tarjeta de crédito; sin embargo, en muchos Bed & Breakfast y en algunas estaciones de servicio de lugares alejados sólo se acepta el pago en metálico. Por todo el país existe multitud de cajeros automáticos.


Los hoteles y restaurantes más selectos suelen incluir en la factura un recargo por el servicio, de entre el 10 y el 12 por ciento, por lo que no es necesario dejar propina. Los establecimientos más sencillos, por lo general, no incluyen este cargo, así que si se opta por dejar propina, se recomienda redondear al alza la cuenta o añadir como mucho un 10 por ciento. No es costumbre dejar propina en bares o a los taxistas, aunque si se quiere dejar algo a estos últimos, un 10 por ciento será suficiente.



Durante julio y agosto, el clima es más templado y el número de horas con luz solar mayor; sin embargo, se trata también de la época con mayor número de visitantes y, por tanto, de dificultades para encontrar alojamiento, y los precios son más elevados. El invierno es más tranquilo, pero el temperatura es pésima, los días cortos y muchos de los lugares de interés turístico permanecen cerrados. Los mejores meses para visitar el país son junio y septiembre que, además de ofrecer el mejor tiempo del año, reciben menor afluencia de viajeros y todo está abierto.


A lo largo de todo el año, se puede asistir a gran variedad de eventos en todo el país: febrero es la época del Festival Internacional de Cine de Dublín ; el día 17 de marzo se conmemora el día del patrón de Irlanda, San Patricio, fiesta nacional; en Irlanda del Norte, la Semana Santa marca el comienzo de la temporada de desfiles de los protestantes orangistas; el día 16 de junio le llega el turno al Bloomsday en Dublín, con representaciones y lecturas alrededor de James Joyce por toda la ciudad; durante el mismo mes, se desarrolla en la ciudad de Listowel (condado de Kerry) un festival literario conocido como la Semana de los Escritores, y en Belfast, el Festival de Jazz y Blues. En julio es cuando se realizan más desfiles en Irlanda del Norte, especialmente el día 12, conocido como El Glorioso, en el que prácticamente todos los miembros de la Orden Orangista salen a la calle para celebrar la victoria de los protestantes en la batalla de Boyne.


Agosto es el mes de las carreras, con la Muestra de Caballos de Dublín y las competiciones de Tralee, en el condado de Kerry. La ciudad de Killorglin, en el mismo condado, es el escenario de la tradicional feria llamada Puck Fair, donde se sirven bebidas sin límite durante días y noches. El primer fin de semana de agosto es la fecha del principal festival de rock anual de Irlanda, en Thurles, condado de Tipperary. En septiembre, Cork festeja su Festival de Cine, y Belfast su Festival de Música Tradicional. En octubre, Dublín alberga el Festival de Teatro ; Ballinasloe, en el condado de Galway, celebra la mayor feria de caballos y ganado del país, y en Kinsale, condado de Cork, se reúnen los mejores cocineros del Irlanda en el Festival del Gourmet. Wexford inaugura en noviembre el Festival de la Ópera, un acontecimiento internacional. En la zona rural, la Navidad es una celebración tranquila, aunque el día 26 de diciembre ha renacido la antigua costumbre de los Wren Boys, grupos de niños disfrazados que, tras cantar algunos himnos, piden algo de dinero.

Viajar a Turquía

Turquía permite emplear presupuestos razonables. Se puede visitar por la módica cantidad de 20 dólares diarios utilizando autocares y trenes, alojándose en pensiones y comiendo una sola vez al día en un restaurante. Con gastos de 25 a 40 dólares al día es posible viajar en confortables autocares, comprar billetes de tren con cómodos asientos, acomodarse en hoteles de una o dos estrellas y comer varias veces en el restaurante. De 40 a 80 dólares por jornada permiten establecerse en hoteles de 3 y 4 estrellas, trasladarse en avión de forma ocasional y comer siempre en restaurantes.

Dado que el valor de la lira turca está depreciándose constantemente, es mejor cambiar dinero cada pocos días. Es preciso verificar los ceros de las facturas, pues resulta fácil confundir una cuenta de 500.000 liras con una de 50.000.

Los bancos y las oficinas de cambio suelen estar abiertos tan sólo los días laborables, y podría ser difícil cambiar los cheques de viaje durante los fines de semana. En las ciudades y en los complejos turísticos no hay problemas para encontrar cajeros automáticos; algunos de ellos están conectados con redes internacionales de débito como Cirrus o Plus, y de tarjetas de crédito (la tarjeta Visa parece ser la más aceptada).

En los restaurantes baratos no es necesario dejar más que unas pocas monedas de propina. En los más caros, es habitual dejar algo más. Aunque se añade a la cuenta un 10 o un 15 por ciento en concepto de servicio, se suele entregar un 5 por ciento directamente al camarero, y en ocasiones la misma suma al jefe de comedor. Los porteros suelen recibir un dólar aproximadamente; en los taxis, lo más usual es redondear la suma. En otras situaciones, por ejemplo con los serviciales guardas de los yacimientos arqueológicos, se debe actuar con delicadeza; aunque inicialmente puedan rechazar por cortesía la propina, suelen aceptarla tras insistir. El regateo es práctica común en Turquía, y es usual practicarlo cuando se compra un recuerdo turístico. El precio de las habitaciones de hotel se puede negociar si se visita el país de noviembre a abril o si se ha planeado una estancia de varios días.


La inflación se ha disparado de tal forma que el gobierno está considerando eliminar un par de ceros para mitigar el desastre económico.

La primavera (de abril a junio) y el otoño (de septiembre a noviembre) son las mejores épocas. El clima es perfecto en las costas del mar Egeo y del Mediterráneo, así como en Estambul. En pleno verano, los centros turísticos del litoral presentan temperaturas muy elevadas y lo más natural es imitar las costumbres locales y hacer una siesta durante las horas más calurosas del día.

Desde finales de octubre hasta principios de abril, la zona playera entra en un estado de casi hibernación. Llueve un poco entre mayo y octubre, salvo en la costa del mar Negro, pero a partir de mediados de junio, en ciertas zonas los mosquitos se convierten en una plaga. El este de Turquía se puede visitar desde finales de junio hasta septiembre, pues durante los meses más fríos la nieve provoca el cierre de carreteras y puertos de montaña.


Las fechas de las festividades religiosas se calculan siguiendo el calendario lunar, y por ello, su fecha se adelanta unos once días cada año en relación con el calendario gregoriano. Sólo hay dos fiestas religiosas que sean también públicas: Seker Bayrami, un festival de tres días al final del Ramadán (30 días entre diciembre y enero durante los cuales el buen musulmán no deja pasar nada, ni líquido ni sólido, a través de sus labios durante las horas diurnas), y el Kurban Bayrami (marzo y abril) que conmemora el sacrificio que Abraham estuvo a punto de llevar a cabo en la persona de su hijo Isaac en el monte Moriah. En conmemoración del permiso que Dios dio a Abraham para que sacrificara un carnero en lugar de a su hijo, cada familia turca que puede permitírselo compra una oveja, la lleva a su casa y la degüella después de las plegarias de primera hora de la mañana. A continuación, familiares y amigos organizan una fiesta. Es preciso planear bien la estancia durante el Kurban Bayrami, pues muchos bancos están cerrados durante toda la semana, los transportes están atestados y las habitaciones de hotel son escasas y caras.


Entre las festividades seculares cabe destacar las luchas de camellos, a mediados de enero, en el pueblo de Selçuk, al sur de Izmit; el Día de la Soberanía Nacional, el 23 de abril, una gran fiesta para festejar la primera reunión del parlamento republicano en 1920. En verano abundan las celebraciones: hay un increíble festival de luchadores untados con aceite a principios de junio en Sarayiçi, cerca de Edirne; el Festival Rural Kafkasör, cerca de Artvin, al noreste de Turquía, la tercera semana de junio; el Festival Internacional de las Artes de Estambul (de finales de junio a mediados de julio); el Festival de Folclore y de Música de Bursa, a mediados de julio, y el Festival de la Sandía de Diyarbakir, a mediados o finales de septiembre. Toda la nación se paraliza, durante unos instantes, a las 9.05 del 10 de noviembre, hora en la que falleció Atatürk en 1938.

Viajar a Suecia

Suecia es un país caro, por lo que deberá organizarse el viaje con atención para evitar un gasto superior al presupuestado. Si se acampa en el bosque, se compran los alimentos en supermercados y se viaja en autostop, el coste diario no ascenderá a 12 euros. Con 30, se puede pernoctar en un cámping y prepararse uno mismo la comida. Durante el período veraniego, alojarse en un hotel de categoría media y optar por platos económicos puede suponer unos 60 al día o pasar de los 100 si se viaja solo.

Si se pretende disfrutar del sol conviene visitar Suecia entre finales de mayo y finales de julio, teniendo en cuenta que agosto puede ser caluroso, pero también húmedo. Muchos de los campings, atracciones turísticas y albergues juveniles sólo permanecen abiertos durante el verano, época que puede ser cálida, soleada y atractiva para viajar. Durante el invierno se reducen las opciones para descubrir el país, ya que las zonas que se pueden visitar quedan un poco restringidas. Las grandes ciudades mantienen su actividad durante todo el año.


El festival Midsummer acontece en el solsticio estival y resulta el evento sueco más entusiasta. Los ritos paganos, como el baile de mayo, se entremezclan con sosegadas fiestas oficiales y generosas raciones de chupitos. El festival de Lucia (13 de diciembre) se introdujo en el calendario festivo hace 60 años, pero se ha convertido en uno de los más populares. Además de conmemorar el martirio de la joven pía siciliana, también celebra la llegada de la Navidad con procesiones, glögg (ponche caliente de frutas con alcohol) y canciones. Los árboles navideños se decoran con figurillas de paja y estrellas; es época de hornear galletas y San Nicolás (como se denomina a Papá Noel) valora el comportamiento de los niños y efectúa las compras de última hora que, en lugar de lanzar por la chimenea, entrega en persona. Muchos hogares sirven jamón en Navidad y numerosas familias mantienen la tradición de "mojar de la olla", en otras palabras, mojar trozos de pan en los jugos del jamón.


La Nochevieja, motivo de reunión de los amigos y del lanzamiento de fuegos artificiales, se ha convertido en una fiesta social. Suecia cuenta con una creencia pagana que se desarrolla paralelamente a la Pascua: la relación, durante este período, de las brujas con el diablo en el infierno. Los niños se disfrazan de brujas y se pasean llamando de puerta en puerta para pedir caramelos a cambio de dibujos. En la noche de Walpurgis (30 de abril) se festeja el final del invierno con hogueras y fuegos artificiales. El 1 de mayo se caracteriza por manifestaciones generalizadas y actos organizados por el movimiento obrero.

Viajar a Noruega

A pesar de ser un país caro, Noruega también permite disfrutar de su visita con un presupuesto ajustado. Es posible vivir con 21 dólares al día alojándose en campings y preparándose la comida uno mismo. Si se opta por hospedarse en un albergue, desayunar en una cafetería, comer en un restaurante asequible y, para cenar, comprar en cualquier establecimiento cercano, 34 dólares diarios deberían bastar. Si uno prefiere alojarse en un albergue con desayuno incluido, almorzar en un restaurante de categoría media y tomar un tentempié al final del día, deberá calcularse un gasto por jornada de 56 dólares. Sin embargo, a estas cifras hay que añadir el suplemento del alcohol, el ocio y el transporte.
Las oficinas de correos y los bancos canjean las divisas más fuertes y aceptan todo tipo de cheques de viaje. Algunos bancos cobran una pequeña comisión por cheque; así que conviene poseer cheques de grandes cantidades para efectuar el menor número de cambios posible. Todo el país está surtido de cajeros automáticos, que aceptan las principales tarjetas de crédito.


La propina está convirtiéndose en una práctica común. No existen normas, pero la mayoría de los clientes de los bares dejan el cambio en la barra, y entre un 5 y un 10 por ciento de la cuenta en los restaurantes. El salario de sus empleados es irrisorio, ya que se presupone que las propinas lo compensarán. Los taxistas también esperan una gratificación por sus servicios. No se estila el regateo por un producto o servicio.



Los viajeros encontrarán el mejor momento para descubrir Noruega entre mayo y septiembre. El final de la primavera es un período especialmente agradable: los árboles frutales han florecido, los días son largos y la mayoría de las atracciones turísticas y los hoteles permanecen abiertos, pero no atestados.
El invierno noruego atraerá especialmente a los apasionados del esquí invernal o de la búsqueda de la aurora boreal de las noches polares. Puede contemplarse el sol de medianoche entre el 13 de mayo y el 29 de julio, y entre el 28 de mayo y el 14 de julio, en las islas Lofoten.


El evento más relevante del país se celebra el 17 de mayo, día de la Constitución, cuando muchos noruegos ataviados con trajes tradicionales inundan las calles. Otra destacada festividad acontece la noche del 23 de junio con numerosas hogueras en la playa, la víspera de San Juan. El pueblo sami (lapones) organizan en Karasjok y Kautokeino fiestas repletas de colorido durante la Pascua, en las que se puede disfrutar de carreras de renos, joik (cantos tradicionales) y conciertos.

Viajar a Islandia

Como es necesario importar prácticamente todo, comida, alojamiento y transporte ascienden sobremanera en el Atlántico Norte. De hecho, Islandia está considerado el segundo país, después de Japón, con más capacidad para vaciar el bolsillo de los viajeros. Si se pueden gastar 500 dólares al día, se tendrá acceso a todos los servicios islandeses. Sin embargo, quienes cuenten con recursos limitados deberán esforzarse por mantener el presupuesto.

Si se está dispuesto a prescindir de algunas comodidades y dormir en albergues juveniles, comer en bares y viajar en autobús, es probable que el gasto medio diario se sitúe entre 40 y 50 dólares (46-57 euros). Viajar a Islandia en vehículo particular, y en especial si se trata de una caravana, permitirá disfrutar de mayores comodidades ajustándose a un desembolso razonable. Hay que tener en cuenta que el precio de la gasolina es superior a 1 dólar por litro.


Es factible cambiar cheques de viajero, cheques postales y billetes extranjeros por moneda islandesa en cualquier banco, y se cobra una comisión de unos 2,5 dólares, independientemente del importe canjeado. Las tarjetas de crédito de mayor difusión se aceptan en la mayoría de establecimientos. Los islandeses adoran las tarjetas, y las utilizan incluso para comprar el pan.


No es obligatorio dejar propina: los restaurantes más selectos añaden siempre a la cuenta un porcentaje por servicio, por lo que resulta innecesario gratificar. Aun así, siempre será bienvenida una propina por un servicio particularmente bueno.

Anualmente, a partir del 31 de agosto, el turismo en Islandia inicia su decadencia hasta desaparecer. Cierran los hoteles, los albergues juveniles y los cámpings, y los autobuses dejan de funcionar. La mayoría de los enclaves más relevantes se encuentran prácticamente inaccesibles a partir del 15 de septiembre. A finales de septiembre parece que todo el país, excepto Reykiavik, haya comenzado a hibernar. Aunque es previsible que la situación cambie en los próximos años, es conveniente tenerlo en cuenta a la hora de planificar el viaje.


El Día de la Independencia (17 de junio) es el mayor acontecimiento nacional del año; se celebra con desfiles coloristas, música y baile por las calles y teatro al aire libre. Entre otros eventos estatales, destacan la Sjómannadagurinn (la primera semana de junio), dedicada a los marineros, con competiciones de natación, luchas de cuerda y ejercicios de salvamento en el mar; el Solsticio de Verano (24 de junio), en cuya víspera, según la tradición, el rocío posee poderes curativos mágicos, y quien se revuelque en él conseguirá curarse de 19 problemas de salud; y el Sumardagurinn Fyrsti (el tercer jueves de abril), un festejo similar al carnaval que se conmemora el primer día estival. Entre las celebraciones locales destaca el Pjódhátíð Vestmannaeyjar (en agosto en Vestmannaeyjar), una fiesta trepidante con hogueras gigantescas, acampadas al aire libre, bailes, cantos y borracheras generalizadas. En el resto de Islandia, el Verslunarmannahelgi (también en agosto) acontece con parrilladas, carreras de caballos, reuniones familiares y un elevado consumo de alcohol.

Viajar a Hungría

Finlandia ofrece atractivos y actividades durante todo año. La mayor parte de los museos y las galerías de arte permanecen abiertos tanto en verano como en invierno. No obstante, probablemente muchos viajeros se decanten por los meses más cálidos, entre mayo y septiembre, para acudir al País de los Mil Lagos ya que, además de las consabidas ventajas del buen tiempo, el verano es el período del sol de medianoche. Al norte del Círculo Ártico el invierno es una fría confluencia de singular luz azulada y profunda melancolía. A pesar de que nieva a partir de noviembre, el suelo permanece embarrado hasta finales del invierno: la temporada de esquí resulta especialmente propicia a partir de febrero, el mes más frío, y en Laponia se puede esquiar hasta junio.

El solsticio de verano (Juhannus) es el acontecimiento anual más importante en Finlandia. La gente se desplaza a su segunda residencia para festejar el día más largo del año. Las hogueras protagonizan la velada y muchos se sumergen en los lagos para nadar o remar. El elevado consumo de alcohol es también una de las características de esta celebración. El Festival de Jazz de Pori, en julio, es uno de los eventos más populares, pero el Festival de Ópera de Savonlinna, que tiene lugar en el castillo medieval de Olavinnlinna, está considerado el más famoso. Otros festivales internacionales de relevancia ofrecen música de cámara en Kuhmo o música folk en Kaustinen, cerca de Kokkola. Se organizan grandes espectáculos de rock durante el fin de semana del solsticio estival y otros también muy destacados a lo largo del año, como el Ruisrock, el festival de rock más largo, que se celebra en julio en Turku.

Entre las fiestas tradicionales más peculiares, destaca el Día del Dormilón, el 27 de julio, en que la persona más perezosa de Naantali y Hanko es arrojada al mar. Pero la celebración más insólita de Finlandia es el campeonato anual de transporte de mujeres, que tiene lugar cada julio en la pequeña población de Sonkajarvi.

La primavera en Hungría es un espectáculo en sí misma, incluso teniendo en cuenta las frecuentes lluvias de mayo y junio. El verano, caracterizado por sus días largos, cálidos y soleados, acoge la mayor parte del turismo, que inundan los centros de veraneo durante agosto, mes en el que Budapest, al igual que París y Roma, se paraliza.

El otoño también es especialmente hermoso en las colinas que bordean Budapest y en las tierras altas septentrionales; aunque noviembre es uno de los meses más lluviosos del año. El crudo y frío invierno trae consigo la clausura de muchos museos y otras atracciones turísticas.

Una de las celebraciones más relevantes del calendario es el Festival de Primavera de Budapest (en marzo), un gran espectáculo cultural de dos semanas de duración que programa actuaciones, conferencias y exposiciones de alcance local e internacional. Entre otros acontecimientos importantes destacan el Festival de Cine de Budapest (en febrero), donde se estrenan las nuevas películas húngaras; Busójárás de Mohás (en febrero), el martes de Carnaval más importante del país; las Semanas Festivas de Soprón (a finales de junio y principios de julio), con actuaciones de música tradicional y danza; el Festival de las Artes Folclóricas de Nagykalló (en agosto), uno de los eventos principales y más recomendables del año, y los Días de Jazz de Debrecen (en septiembre), el mejor festival de jazz de Hungría.

Viajar a Finlandia

La mejor época para visitar el país es la primavera, ya que el clima es sublime; en el mes de mayo, las playas reciben un gran número de turistas.

Las temperaturas en otoño no son malas, pero sus días cortos implican menos luz solar; por otro lado, el frío empieza a hacerse notar hacia finales de temporada, incluso en la Costa Azul. En invierno, los Alpes franceses y los Pirineos son el lugar perfecto para disfrutar con la nieve, aunque durante las vacaciones escolares de Navidades se ven multitud de chiquillos uniformados deslizándose por las pendientes. Desde mediados de julio hasta finales de agosto, la gente de la urbe se toma sus vacaciones para veranear en la costa o en las montañas. Lo mismo ocurre en febrero y marzo, fechas en que las ciudades tienden a quedarse prácticamente desiertas.


A los franceses les gustan las celebraciones; todos los años numerosas ciudades ofrecen música, danza, teatro, cine o eventos artísticos. Cada pueblo tiene sus propias ferias y fiestas que conmemoran desde los santos locales hasta el progreso agrícola. A finales de mayo, Saintes-Marie-de-la-Mer, en Provenza, es el escenario de un festival gitano donde se honra a Sara, la santa patrona de los gitanos. Esta fiesta se caracteriza por sus animados cantos y danzas.

Las fiestas nacionales más destacadas son el 1 de mayo, cuando la gente se regala muguet (lirios del valle) y el Día de la Bastilla (14 de julio), que se celebra lanzando petardos con los amigos. Los eventos regionales incluyen: los peripuestos desfiles de prêt à porter en París (a principios de febrero); el reluciente y encorsetado Festival de Cine de Cannes (a mediados de mayo); el Festival Internacional de Música de Estrasburgo (tres primeras semanas de junio); el teatro principal y alternativo del Festival de Aviñón (desde mediados de julio hasta mediados de agosto) y el Festival de Jazz de Nancy (del 9 al 24 octubre).

Finlandia ofrece atractivos y actividades durante todo año. La mayor parte de los museos y las galerías de arte permanecen abiertos tanto en verano como en invierno. No obstante, probablemente muchos viajeros se decanten por los meses más cálidos, entre mayo y septiembre, para acudir al País de los Mil Lagos ya que, además de las consabidas ventajas del buen tiempo, el verano es el período del sol de medianoche. Al norte del Círculo Ártico el invierno es una fría confluencia de singular luz azulada y profunda melancolía. A pesar de que nieva a partir de noviembre, el suelo permanece embarrado hasta finales del invierno: la temporada de esquí resulta especialmente propicia a partir de febrero, el mes más frío, y en Laponia se puede esquiar hasta junio.

El solsticio de verano (Juhannus) es el acontecimiento anual más importante en Finlandia. La gente se desplaza a su segunda residencia para festejar el día más largo del año. Las hogueras protagonizan la velada y muchos se sumergen en los lagos para nadar o remar. El elevado consumo de alcohol es también una de las características de esta celebración. El Festival de Jazz de Pori, en julio, es uno de los eventos más populares, pero el Festival de Ópera de Savonlinna, que tiene lugar en el castillo medieval de Olavinnlinna, está considerado el más famoso. Otros festivales internacionales de relevancia ofrecen música de cámara en Kuhmo o música folk en Kaustinen, cerca de Kokkola. Se organizan grandes espectáculos de rock durante el fin de semana del solsticio estival y otros también muy destacados a lo largo del año, como el Ruisrock, el festival de rock más largo, que se celebra en julio en Turku. Entre las fiestas tradicionales más peculiares, destaca el Día del Dormilón, el 27 de julio, en que la persona más perezosa de Naantali y Hanko es arrojada al mar. Pero la celebración más insólita de Finlandia es el campeonato anual de transporte de mujeres, que tiene lugar cada julio en la pequeña población de Sonkajarvi.

Viajar a Francia

La tierra del café au lait a 5 dólares no es precisamente el destino más barato de Europa, pero eso no significa que haya que atracar un banco para visitarla.

Los turistas más ahorradores pueden sobrevivir con 40 dólares al día, aunque esto implique alimentarse únicamente con brie y baguettes en el parque. Para gozar de una gastronomía más variada y un alojamiento más cómodo, es necesario un mínimo de 80 dólares. Por supuesto, para los amantes del Don Perignon estas cifras no cubren siquiera las pourboires (propinas) diarias; para darse la gran vida, hay que disponer de 200 dólares en adelante. Los descuentos para jóvenes y ancianos son bastante corrientes.

La forma más segura y conveniente de manejarse en Francia es con cheques de viaje; los admiten prácticamente en todas partes, sobre todo en las grandes ciudades y los centros turísticos. Los bancos y las casas de cambio son más rentables para los cheques de viaje que para el dinero en efectivo; el banco que mejores tipos ofrece es Banque de France. Los cajeros automáticos aceptan las principales tarjetas internacionales; las compras realizadas con esta forma de pago se benefician de un tipo de cambio excelente. Dejar o no propina queda a juicio del viajero; aunque en las facturas de los restaurantes y los alojamientos se añade entre un 10 y un 15 por ciento del importe, la mayoría de gente agrega algunas monedas si están satisfechos con el servicio.

La mejor época para visitar el país es la primavera, ya que el clima es sublime; en el mes de mayo, las playas reciben un gran número de turistas. Las temperaturas en otoño no son malas, pero sus días cortos implican menos luz solar; por otro lado, el frío empieza a hacerse notar hacia finales de temporada, incluso en la Costa Azul. En invierno, los Alpes franceses y los Pirineos son el lugar perfecto para disfrutar con la nieve, aunque durante las vacaciones escolares de Navidades se ven multitud de chiquillos uniformados deslizándose por las pendientes. Desde mediados de julio hasta finales de agosto, la gente de la urbe se toma sus vacaciones para veranear en la costa o en las montañas. Lo mismo ocurre en febrero y marzo, fechas en que las ciudades tienden a quedarse prácticamente desiertas.

A los franceses les gustan las celebraciones; todos los años numerosas ciudades ofrecen música, danza, teatro, cine o eventos artísticos. Cada pueblo tiene sus propias ferias y fiestas que conmemoran desde los santos locales hasta el progreso agrícola. A finales de mayo, Saintes-Marie-de-la-Mer, en Provenza, es el escenario de un festival gitano donde se honra a Sara, la santa patrona de los gitanos. Esta fiesta se caracteriza por sus animados cantos y danzas. Las fiestas nacionales más destacadas son el 1 de mayo, cuando la gente se regala muguet (lirios del valle) y el Día de la Bastilla (14 de julio), que se celebra lanzando petardos con los amigos. Los eventos regionales incluyen: los peripuestos desfiles de prêt à porter en París (a principios de febrero); el reluciente y encorsetado Festival de Cine de Cannes (a mediados de mayo); el Festival Internacional de Música de Estrasburgo (tres primeras semanas de junio); el teatro principal y alternativo del Festival de Aviñón (desde mediados de julio hasta mediados de agosto) y el Festival de Jazz de Nancy (del 9 al 24 octubre).

jueves, 23 de agosto de 2007

Viajar al Reino Unido

Si Inglaterra ya es sumamente cara, Londres lo es más aún. Para una supervivencia mínima en esta ciudad se necesitan unos 35 dólares al día (esto sólo incluye alojamiento en un albergue, una tarjeta de transporte y subsistencia básica). Visitar algún punto de interés o disfrutar de un poco de vida nocturna puede suponer, fácilmente, otros 25. Comer en un restaurante y dormir en un hotel eleva la suma a 90 diarios. Los precios bajan al salir de la gran ciudad, en especial si se dispone de un abono y de la posibilidad de hacerse la comida uno mismo; aun así, son necesarios 30 dólares al día.

Alojarse en un Bed and Breakfast (alojamiento con desayuno), comer en un restaurante y no escatimar en entradas supondrá alrededor de 65.

Los cheques de viaje se aceptan en todos los bancos ingleses, y resulta ventajoso comprarlos directamente en libras esterlinas para evitar pagar comisión dos veces. Las entidades bancarias de Londres exigen unas retenciones escandalosas, por lo que, para evitar sorpresas, es mejor acordarlas de antemano. Sin embargo, las casas de cambio del aeropuerto son una excepción, pues cobran menos comisión y canjean los cheques de viaje de forma gratuita.

Hay cajeros automáticos (ATMs) por toda Gran Bretaña, que operan con las principales tarjetas de crédito. No obstante, si una máquina se traga la tarjeta puede ser una auténtica pesadilla: la mayoría de los bancos insiste en partirla en dos y enviarla a la sucursal a la que pertenece.


Comer en un restaurante inglés implica, si se ha disfrutado de la comida y del servicio, dejar una gratificación del 10 por ciento de la cuenta. El personal recibe, a menudo, un salario muy bajo, ya que se presupone que las propinas lo compensarán. Algunos restaurantes incluyen un recargo por servicio en la cuenta, en cuyo caso no es necesario pagar nada más. Los taxistas esperan recibir también el 10 por ciento de la carrera, especialmente en Londres.

Todo aquel que pase bastante tiempo en Inglaterra simpatizará con la obsesión local por el clima, aunque en realidad éste es relativamente suave y no llueve tanto como se cree. Los meses menos acogedores para los visitantes son de noviembre a febrero: hace frío y los días son cortos. Marzo y octubre son impredecibles y, aunque los días son más largos, sigue haciendo frío. La mejor época es, sin duda, de abril a septiembre; es entonces, naturalmente, cuando todos los monumentos están abiertos y la gente acude a visitarlos. Julio y agosto son el período de mayor actividad y, de ser posible, conviene evitarlos.

Como ejemplo de esta advertencia, basta con ver el gentío que se agolpa durante esta temporada en la costa, en los parques nacionales, en Londres y en poblaciones tan populares como Oxford, Bath y York.


Para los amantes del deporte, a finales de marzo se celebra en Londres, en el río Támesis, la tradicional carrera anual de remo entre las universidades de Oxford y Cambridge. El primer sábado de abril le llega el turno a la famosa y reñida competición de obstáculos del Grand National en Aintree, Liverpool. El campeonato de fútbol de la Copa de la FA alcanza su punto culminante en mayo, en el estadio Wembley de Londres, y a finales de junio comienza el Torneo de Tenis sobre hierba en Wimbledon. La regata de remo Henley Royal, en Henley-on-Thames, es otro acontecimiento de junio y, para acabar, a últimos de julio, en la isla de Wight, es el momento de la fantástica regata de yates de la Semana de Cowes.


Los que no estén interesados en los torneos deportivos, deberían pasarse por la Chelsea Floral Show (feria de flores de Chelsea), que se celebra en el Royal Hospital de Londres en mayo. También es interesante contemplar el boato del Trooping of the Colour por el cumpleaños de la Reina, a mediados de junio; la extravagante bacanal del Festival de Música de Glastonbury, que inunda las explanadas de esta localidad, también en junio, y el alborotado carnaval caribeño del barrio londinense de Notting Hill, a finales de agosto.

Viajar a Holanda

Los Países Bajos son una nación cara. Aquellos que se conformen con comer patatas fritas, dormir en hostales y visitar los alrededores a pie podrán sobrevivir con unos 25 euros diarios. Este país ofrece múltiples actividades gratuitas, especialmente en Ámsterdam durante el verano; no obstante, los que prefieran comer caliente dos veces al día, una cama cómoda con instalaciones privadas y utilizar transporte público deberán contar, como mínimo, con gastar 70 euros por jornada. Existen muchas formas de ahorrar dinero: los amantes de los museos pueden adquirir un abono, o quienes estén dispuestos a realizar ejercicio pueden desplazarse en bicicleta y evitarse, de esta forma, la gasolina.

Cambiar dinero en los Países Bajos es muy sencillo: en cualquier oficina de correos canjean divisas en efectivo o cheques de viaje, y las grandes ciudades cuentan con numerosas oficinas de cambio. En los bancos se suele ofrecer la mejor tasa de cambio, aunque el servicio resulta excesivamente lento. Los cajeros automáticos, dispersos por todo el territorio holandés, suelen aceptar la tarjeta Cirrus, aunque la más usual es la MasterCard.

En los Países Bajos no es obligado dejar propina, pero los taxis, restaurantes y pubs con servicio de mesa o terraza suelen apreciar que se redondee el importe de la cuenta. Si se está comiendo en grupo, se suele pagar en partes iguales. No merece la pena regatear, aunque a veces son los propios neerlandeses quienes lo intentan en los mercadillos.

Las hordas de turistas acuden a los Países Bajos en verano, la mejor época del año para sentarse ante los canales a tomar algo. La primavera, con los bulbos en flor, también resulta un momento indicado para visitar el país, especialmente en abril, cuando crecen los narcisos, y en mayo, cuando abundan los tulipanes. Se recomienda coincidir en Ámsterdam con el Koninginnedag, Día de la Reina (30 de abril). Llueve con regularidad durante todo el año. El invierno puede traer un frío penetrante, pero los museos no se hallan atestados y, si hiela, se puede patinar sobre los canales y las llanuras inundadas.

El frío mes de enero invita a organizar un evento que paraliza el país, el Elfstedentocht (expedición de once ciudades), un maratón de patinaje sobre hielo que se realiza en la provincia de Friesland. El último se celebró en 1997, y el próximo no se celebrará hasta que vuelva a helar. El Carnaval de febrero se festeja principalmente en el sur católico. El Koninginnedag (Día de la Reina), se conmemora el 30 de abril con una gran fiesta en Ámsterdam durante todo la jornada. La capital se convierte en un gran mercado al aire libre donde se vende absolutamente de todo. El Festival de Holanda, en junio, con mayor resonancia en Ámsterdam y La Haya, suele poseer un carácter intelectual y algo pretencioso, pero existen otros acontecimientos extra oficiales. El Festival de Jazz del mar del Norte, en julio en La Haya, constituye la mayor concentración de jazz del mundo.

Sinterklaas (Santa Claus) es el santo patrón de barba blanca de los niños, que llega "de España" a mediados de noviembre. Va acompañado de traviesos sirvientes denominados Zwarte Pieten (Pedros Negros), y durante esos días el país se inunda de Pedros Azules y Verdes. La noche del 5 de diciembre se hacen regalos anónimos con originales envoltorios, acompañados de poemas escritos por Sinterklaas y que hacen referencia al presente. La Navidad se festeja dos días (el 25 y el 26 de diciembre). Únicamente se pueden vender fuegos artificiales los días anteriores a Nochevieja ; cada 31 de diciembre, día de alcohol y petardos, se contabilizan centenares de heridos.

Viajar a Dinamarca

Desde cualquier otro criterio que no sea el escandinavo, Dinamarca es un país caro, y parte de la culpa la tiene el impuesto del 25% que se incluye en todos los precios, desde la habitación del hotel hasta las compras en tiendas. A pesar de ello, el gasto del viajero dependerá de la forma escogida para visitar el país, ya que es posible conocer Dinamarca sin gastarse una fortuna.

Si uno hace uso de la amplia red de campings que existe en el país, se aloja en hostales o se prepara la comida, el gasto medio diario rondará los 30 dólares estadounidenses. Si se opta por hoteles de categoría media y por comidas económicas en restaurantes, el gasto puede ascender entre 65 y 75 dólares al día. Alquilar un coche en Dinamarca es caro, por lo que algunos prefieren hacerlo en Alemania por una tercera parte del precio y cruzar con él la frontera.

Los principales bancos del país aceptan todos los cheques de viaje más comunes, pero los costes bancarios por la transacción son elevados; por esta razón, conviene cambiar de una sola vez. Las oficinas de correo también canjean divisas y están abiertas los sábados por la mañana, lo que resulta bastante cómodo. La mayoría de los bancos disponen de cajeros automáticos.

En Copenhague existen, además, máquinas de cambio de moneda que funcionan las 24 horas del día.

En las facturas de los restaurantes y taxis se carga un importe adicional por servicio, por lo que no es necesario dejar propina; sin embargo suele redondearse el precio al alza. El regateo no es una costumbre habitual en Dinamarca.

Considerando su latitud norte, Dinamarca disfruta de un clima suave durante todo el año. A pesar de ello, los meses de invierno son los menos agradables, ya el frío es intenso y pocas las horas de luz. Por ello, muchos destinos turísticos abren en abril, que es cuando el tiempo empieza a ser más templado y se disfruta de más horas de luz, y vuelven a cerrar en octubre.

Los meses ideales para viajar a Dinamarca son mayo y junio, porque el paisaje se viste de verde y los campos de flores, el clima es más agradable y no hay tantos turistas. El otoño es también una buena estación para visitar el país, aunque los campos hayan perdido gran parte de su colorido.

Durante la temporada alta de los meses de julio y agosto se celebran conciertos al aire libre, las calles rebosan actividad y se disfruta de las playas. Además, los que viajen en esta época descubrirán que los museos y demás atracciones turísticas tienen horarios más amplios. La última quincena de agosto es una época especialmente atractiva para visitar Dinamarca, ya que todavía conserva el clima veraniego, pero sin tanta aglomeración turística.

Los principales eventos en Dinamarca son los cientos de festivales musicales que se celebran casi sin interrupción y que abarcan una gran variedad de música, desde jazz, rock, blues, gospel, música irlandesa, música clásica, country y cajún. El inicio lo marcan las hogueras de la Noche del solsticio verano. Destacan el Festival de Roskilde, el mayor festival de música rock del norte de Europa, celebrado a finales de junio o principios de julio; el Festival de Midtfyns en Ringe, a comienzos de julio, que presenta música internacional de rock, pop, del mundo, tradicional y jazz; el Festival de Jazz de Copenhague, uno de los más importantes del mundo, que dura diez días a principios de julio; el Festival de verano de Copenhague, en el que se puede asistir a conciertos de música clásica y de cámara durante la última semana de julio y las dos primeras de agosto; y el Festival de Tønder, uno de los mayores festivales de música tradicional del norte de Europa, que tiene lugar a finales de agosto.
Los nueve días que dura el Festival de århus, que comienza el primer sábado de septiembre, convierten a esa ciudad en un escenario de fiesta continua, con representaciones teatrales y musicales de todos los estilos; atrae a cientos de miles de daneses y visitantes internacionales. El programa también incluye un Festival Vikingo, con bufones y competiciones de arco y justas, barcos vikingos, comida y bebida tradicional y mucha diversión.

Viajar a Austria

Aún es posible viajar a Siria por un módico precio, aunque cada vez resulte más complicado. Se puede sobrevivir con un presupuesto de entre 15 y 20 dólares diarios (pero no resulta muy recomendable), si se está dispuesto a dormir en hoteles de ínfima categoría y alimentarse únicamente de felafels y zumos. Si se prefiere un alojamiento en una habitación con baño y comer en restaurantes una vez al día, será necesario un presupuesto de entre 30 y 40 dólares por jornada.

En Siria, el dinero en metálico es el rey, a pesar de que los cheques de viaje resulten más seguros. No se cobran comisiones a la hora de canjear dinero, aunque deberá abonarse una cierta cantidad por las operaciones que se realicen con cheques. Es poco probable conseguir un adelanto en metálico con una tarjeta de crédito, pero los pagos con tarjeta se aceptan en cada vez más hoteles importantes y grandes almacenes, así como para comprar billetes de avión y alquilar vehículos.

Las propinas son el aceite que mantiene a punto los engranajes de Oriente Próximo. Los camareros de los restaurantes de mayor categoría esperan una gratificación y, en cualquier caso, si no se deja, es muy probable que se equivoquen al devolver el cambio. Los porteros y los mozos de equipaje también esperan recibir propina, pero es el viajero quien decide si merece la pena dársela. Cuando se trata de comprar recuerdos, el regateo es fundamental: no resulta muy difícil conseguir que el precio inicial quede reducido a la mitad.

La época idónea para visitar Siria se concentra en la primavera (de abril a junio), ya que el país registra temperaturas suaves y las lluvias del invierno han disipado la bruma que impide contemplar las vistas el resto del año. La siguiente opción recae en el otoño, entre septiembre y noviembre. Si se viaja en verano, no debe olvidarse un sombrero, protección solar y agua embotellada, en particular si se efectúa un desplazamiento a Palmira, en el Noreste. El invierno puede resultar muy desapacible en la costa y en las montañas, cuando las temperaturas descienden y empieza a llover.

Las vacaciones y festividades sirias se corresponden, en su mayoría, con las fiestas islámicas. La más destacable es el Ramadán, un mes (con fecha variable) de ayuno generalizado entre el amanecer y el anochecer para cumplir con el cuarto pilar del islam. Si se encuentra en Siria durante esta época del año, se debe ser consciente de que la mayoría de personas de alrededor están pasando hambre. El Ramadán finaliza con una gran fiesta, el Eid al-Fitr, donde se celebran oraciones conjuntas, se visita a los amigos, se entregan regalos y se come hasta la saciedad. Ei al-Adah, otro acontecimiento con fecha alterable, constituye el siguiente acontecimiento importante del año y señala en momento en que los musulmanes deben peregrinar a La Meca. Entre las festividades no religiosas, se incluyen el Día de la Evacuación, una celebración con una denominación atractiva, el 17 de abril, y el Día del Movimiento Correccionista, el 16 de noviembre.

Viajar a Andorra

Aun ajustando al máximo los gastos, cocinando uno mismo y acampando al aire libre, todo viajero debe prepararse para gastar al día un mínimo de entre 10 y 15 dólares, cantidad que será difícil de mantener durante mucho tiempo.

Un presupuesto más realista, que incluya el alojamiento en un hostal, diversos ágapes en restaurantes y una excursión periódica a las pistas de esquí, supondrá un coste diario de entre 40 y 70 dólares. Pero si se pretende viajar a Andorra con todo tipo de comodidades, se puede llegar a gastar tanto como en París o en Barcelona: 100 dólares por jornada serán suficientes para empezar.


Andorra no cuenta con una moneda propia, por lo que puede pagarse en la divisa que se desee. La mayoría de establecimientos fijan sus precios en euros, pero muchos de ellos también aceptan francos franceses; hay que tener en cuenta que pocas veces el tipo de cambio del franco en comercios y restaurantes será favorable al viajero. Existe un cargo por servicio que se incluye en la mayoría de las facturas, pero es habitual dejar una propina del 10 por ciento a porteros y camareros.

Andorra disfruta de un régimen de bajos impuestos que ha propiciado la llegada masiva de viajeros atraídos por los buenos precios de aparatos electrónicos, cámaras fotográficas y bebidas alcohólicas. Aunque en la actualidad el coste de los productos ya no justifica un viaje hasta el país pirenaico, todavía pueden encontrarse algunos artículos un 30 por ciento más económicos que en España o Francia.

La temporada de esquí suele empezar en diciembre y prolongarse hasta marzo, aunque muchas estaciones contribuyen a alargarla durante la primavera con nieve artificial. La época para el excursionismo se desarrolla entre las últimas nieves hasta octubre. Las fiestas de las poblaciones andorranas se celebran entre julio y septiembre, y la máxima actividad hotelera se concentra julio y agosto y de diciembre a marzo.


En las fiestas locales, las ciudades y aldeas andorranas manifiestan sus raíces y tradiciones más ancestrales; suelen organizarse entre julio y septiembre, y en ellas sus habitantes se reúnen para disfrutar de la música, el baile, el vino y la comida. En Andorra la Vella, la fiesta, que comienza el primer sábado de agosto, se desarrolla durante tres días. La Mare de Déu de Meritxell, la festividad nacional en honor a la Virgen María, se celebra el 8 de septiembre con una peregrinación a Meritxell, 7 km al noreste de la capital. En Andorra, también tienen lugar diversos festivales internacionales de música de gran importancia como el Festival Internacional de Jazz de Escaldes-Engordany, en el mes de julio, o el Festival Internacional de Música de Ordino, en septiembre.

Viajar a Alemania

Si bien es fácil gastar mucho dinero en Alemania, también es posible desembolsar menos de 40 euros al día si se viaja en tren con un abono y la alimentación se basa en comida barata para llevar o en cocinar uno mismo; sin embargo, aquellos que prefieran comer en restaurantes con asiduidad, viajar libremente con transporte público y alojarse en hoteles de categoría media-alta, tendrán que contar con al menos 100 euros diarios.


A pesar de ser reconocidas ampliamente, las tarjetas de crédito sólo se aceptan con seguridad en hoteles importantes, gasolineras y grandes almacenes; es preferible no dar por sentado que los restaurantes las admitirán. En Alemania, abundan los cajeros automáticos, y resulta sencillo acceder a la propia cuenta de ahorro o de crédito. La moneda extranjera se canjea en los bancos y, en las grandes ciudades, en oficinas de cambio habilitadas para este efecto.
En general no se esperan ni se dan propinas, aunque un cliente puede gratificar un servicio excelente.

Se recomienda ir bien equipado a pesar de la época del año en que se viaje, dado que en Alemania el tiempo es muy variable. El mejor período para visitar el país coincide con la máxima afluencia turística, entre mayo y octubre (excepto para los esquiadores). Durante el resto del año desciende el turismo y Alemania puede sorprender con un clima de lo más agradable. No existe una temporada de lluvias específica.

En Alemania las festividades agrupan desde las fiestas paganas de la cosecha hasta las galas de ópera de etiqueta. En todo el país se suceden festivales de invierno, y las grandes ciudades como Colonia, Munich y Maguncia explotan en Carnaval justo antes del Miércoles de Ceniza.

La rica herencia musical alemana se exhibe en una plétora de festivales. Algunas poblaciones se centran en un compositor particular, como el Festival de Bach en Turingia, que se celebra en marzo, o el Festival de Richard Wagner en Bayreuth, a lo largo del mes de julio; otros espectáculos se basan en temáticas concretas. Los festivales de jazz de Francfort (abril), Stuttgart (abril) y Berlín (noviembre) son muy populares.

El otoño es una magnífica temporada para la algarabía de las cosechas, especialmente en Renania, donde el Rin en Llamas ofrece barcazas cargadas de fuegos artificiales. También destaca la Oktoberfest, la gran fiesta anual de la cerveza de Munich, aunque se trata más de un acontecimiento turístico que de un ejemplo representativo de la cultura alemana. En casi todos los pueblos de Baviera se celebran fiestas dedicadas a la cerveza, todas ellas mucho más originales que la Oktoberfest. Las familias alemanas celebran con intensidad la Navidad, con mayor profusión en Lübeck, Munich, Berlín, Nuremberg, Münster, Essen y Heidelberg.

Viajar a Canadá

Para la mayoría de los visitantes, el precio del alojamiento supondrá el mayor gasto, ya que la comida suele ser más económica que en Europa Occidental, aunque un poco más cara que en Estados Unidos. Si se opta por un hospedaje barato y por comer en cafeterías, el gasto medio diario rondará los 45 dólares estadounidenses, sin incluir el transporte de larga distancia. Pero si se prefiere dormir en hoteles y ocasionalmente se acude a restaurantes, el coste ascenderá a unos 80 dólares por día.

Lo más aconsejable es cambiar el dinero en oficinas como la de Thomas Cook, especializada en transacciones internacionales, pero en el supuesto de que resulte difícil encontrar una de sus sucursales, siempre se puede acudir a un banco. Se recomienda llevar cheques de viaje American Express o Thomas Cook, pero hay que asegurarse de que sean en dólares estadounidenses o canadienses. En la mayoría de los lugares se aceptan las tarjetas de crédito, especialmente Visa, MasterCard y American Express.

Existe un impuesto de bienes y servicios (GST) del 7 % que se aplica al transporte, alojamiento, restauración y prácticamente a todas las compras, incluido el periódico. A éste habrá que sumarle otro provincial sobre las ventas, que se aplica en la mayor parte del país y que puede incrementar el precio marcado hasta un 15 %, dato a tener en cuenta a la hora de pagar.

Lo habitual es dejar una propina del 10-15 % del total de la factura a camareros, taxistas, peluqueros, personal de hoteles y de bares.

La mejor época para practicar el esquí en Canadá finaliza a principios de la primavera. Para acampar o acercarse al extremo norte, es preferible optar por julio y agosto. La temporada alta se inicia en junio y se mantiene hasta septiembre. En primavera y otoño, además de recibir menos visitantes, Canadá ofrece unos precios más reducidos y un ambiente más relajado, pero hay que tener en cuenta que algunas de las atracciones e instalaciones turísticas permanecen cerradas.

El Carnaval de invierno de la ciudad de Quebec, que se celebra entre febrero y marzo, es famoso por sus desfiles, sus bailes y su música, así como por sus esculturas de hielo y su tobogán de nieve. En Ottawa se festeja en febrero el Winterlude, una fiesta en honor a la nieve. El Festival de Jazz de Montreal, en junio, y el Festival Internacional de Jazz de Ottawa, en el mes siguiente, congregan tanto a músicos locales como a reconocidos intérpretes del panorama internacional. Los dos grandes acontecimientos celebrados en Toronto son la Caravan, intercambio cultural de música, danza y gastronomía étnicas que se lleva a cabo a mediados de agosto, y, en el mes de junio, el Desfile del Orgullo Gay, que recorre las calles del centro de la ciudad; en septiembre destaca su conocido Festival Internacional de Cine. En Calgary, se organiza en julio la popular Estampida de Calgary, con su célebre carrera de vagones y su rodeo. Al oeste del país, la ciudad de Victoria acoge en agosto el Festival de los Primeros Pobladores, con artesanía tradicional, baile y paseos en canoas de guerra.

Viajar a Estados Unidos

Acampando o alojándose en albergues, tomando autobuses y comprando la comida en supermercados es posible explorar el país por unos 50 dólares diarios. Durmiendo en moteles y comiendo en cafeterías modestas se superará la barrera de los 100 dólares, mientras que si se alquila un coche, el presupuesto diario se dispara a 150 dólares. Si lo que se desea es visitar Estados Unidos a lo grande, no hay problemas, pues éste es el mundo del crédito y el consumismo, para el cual no hay cifras límite.

Si se opta por llevar los cheques de viaje, se evitarán molestias y gastos si éstos son en dólares. Los restaurantes, hoteles y muchos comercios aceptan cheques de viaje en dólares como si fueran dinero en metálico. Las tarjetas de crédito más frecuentes se aceptan en casi todas partes; es más, sin uno de estos cómodos chismes de plástico será difícil realizar ciertas transacciones (como alquilar un coche o reservar billetes por teléfono). Dependiendo del grado de sofisticación del banco del visitante, le será posible acceder a su cuenta bancaria utilizando los cajeros automáticos estadounidenses.

En los restaurantes y en hoteles de cierta categoría se suele dejar propina, un 15%. En los fast-food y en los self-services no es necesario. Los taxistas, camareros y peluqueros confían en gratificaciones de este tipo. Los impuestos sobre las ventas varían de un estado a otro, pero suelen ser del 5 al 8%, aunque algunos estados no aplican gravámenes de este tipo. Para los alojamientos más selectos a veces se debe contar con una tasa por cama, que puede ser de hasta el 15%. Es aconsejable verificar si los precios anunciados para el alojamiento incluyen todos los impuestos pertinentes.


Los viajeros acuden principalmente a Estados Unidos en verano; coincide con la época vacacional de los estadounidenses. Para evitar las multitudes (en especial en los parques nacionales) es recomendable viajar en otoño o a principios de primavera. Otoño es la estación ideal para visitar Nueva Inglaterra y los Grandes Lagos, porque coincide con un gran despliegue de colores en los bosques. El área situada al este de las Rocosas es cálida y húmeda durante el verano, sobre todo en el Sur. Los desiertos que se extienden entre las Rocosas y Sierra Nevada (que delimitan el extremo oriental de California) son extremadamente cálidos y secos durante el verano, en particular en el Suroeste.

La costa meridional de California es agradable durante todo el año, pero si se pretende acudir con asiduidad a la playa es preferible visitarla entre junio y septiembre.

A los estadounidenses les encantan los desfiles y la grandiosidad, por lo que las fiestas y celebraciones no escasean. La mitad del país se paraliza durante la Superbowl, la final itinerante del fútbol americano, que se juega en enero. El Mardi Gras (carnaval) de Nueva Orleans, en febrero-marzo, es una fiesta bullanguera interesante para el turista. El Día de San Patricio, a mediados de marzo, se celebra con desfiles y pintas de cerveza irlandesa, y tiene especial relevancia en Nueva York y Chicago. El Derby de Kentucky se celebra en mayo en Louisville.


El Día de la Independencia (4 de julio) se conmemora con una buena dosis de banderas ondeantes, patriotismo, fuegos artificiales y bebidas alcohólicas. Los viajeros empedernidos pueden acudir a la Convención Nacional de Polizones de Tren en Britt, Iowa, en agosto. Halloween (31 de octubre) es una fiesta ideal para los más jóvenes, que van engatusando a todo el vecindario vestidos con terroríficos disfraces. En Greenwich Village, West Hollywood y San Francisco, se celebran subversivas paradas de gays. Los estadounidenses van a visitar a la familia para celebrar con un banquete el Día de Acción de Gracias, el último jueves de noviembre.

Viajar a Egipto

Egipto no es un país caro. Es posible gastar únicamente unos 15 dólares al día si se está dispuesto a alojarse en los hostales y hoteles más económicos, a comer los platos locales, a ver un solo monumento diario y a viajar en atestados trenes de tercera clase. El transporte y las entradas a las obras artísticas suponen el mayor gasto para el viajero; especialmente estas últimas, que han experimentado un considerable aumento en los últimos años. Por ejemplo, la visita al Museo Egipcio de El Cairo cuesta alrededor de 15 dólares, y la entrada a la tumba de Nefertari, cerca de Luxor, que recientemente se ha abierto al público, cuesta nada menos que 25 dólares.

Debe evitarse llevar dinero en los bolsillos traseros y conviene tener cuidado con los carteristas, que suelen operar en las zonas turísticas. Los cheques de viaje más conocidos suelen ser aceptados, aunque para evitar cualquier contratiempo es más fiable que su valor sea en dólares estadounidenses, libras esterlinas o euros. Las tarjetas de crédito American Express, Visa, MasterCard, JCB y Eurocards se admiten en los establecimientos y hoteles que muestran el distintivo correspondiente. Con las tarjetas Visa y MasterCard, también se puede retirar efectivo en las sucursales del Banque Misr y del National Bank of Egypt.

En restaurantes y hoteles se aplica un recargo por el servicio del 12%, así como un impuesto de venta de entre el 5 y el 7%. Adicionalmente debe pagarse un impuesto por alojamiento de lujo de entre el 1 y el 4%, con lo cual, es posible que finalmente deba pagarse hasta un 23 por ciento más del precio inicial por una habitación de hotel de categoría media o alta.

El regateo forma parte de la vida egipcia; prácticamente todo es negociable; desde una habitación para una noche o el bocadillo del mediodía hasta el falucho que se alquila para pasear por el Nilo. Las reglas a tener en cuenta cuando se vaya de compras por los bazares son: no ofrecer nunca un precio que no se esté dispuesto a pagar; hacerse una idea del valor real antes de empezar a regatear; tomarse tiempo y disfrutar del regateo (que puede incluir una invitación del comerciante a una taza de café); y, sobre todo, recordar que no se está obligado a comprar nada y que no se ofende a nadie por ello.

Los meses de invierno son, sin duda, el mejor momento para acercarse a la zona más septentrional y a Luxor, ya que en verano el calor puede soportarse con dificultades, además de ser la época de mayor afluencia de turistas a la costa mediterránea. En El Cairo, sin embargo, los inviernos pueden llegar a ser bastante fríos, por lo que las fechas más adecuadas para disfrutar la ciudad son la primavera y el otoño. Es preferible viajar en el período comprendido entre marzo y mayo para coincidir con temperaturas suaves y eludir tanto el calor de mediodía como las masificaciones de las playas.

El calendario islámico (o hégira) cuenta con once días menos que el gregoriano. Ras as-Sana es la celebración del nuevo año, y el Moulid an-Nabi, que suele festejarse en mayo, conmemora el nacimiento del profeta. Se organizan desfiles en las calles iluminadas, con tambores, dulces especiales y los consiguientes banquetes. El Ramadán, muy importante en el año islámico, se celebra durante su noveno mes (actualmente en noviembre). A lo largo de este período, Mahoma recibió la revelación del Corán y, por respeto, los fieles no comen ni beben hasta la puesta del sol. El final del Ramadán (Id al-Fitr) supone el fin del ayuno, lo que se celebra con gran alborozo y diversión.

Id al-Adhá es la época de peregrinación a la Meca. Cada musulmán debe realizarlo al menos una vez en su vida. El ritual del Mahmal se desarrolla en cada pueblo al paso de los peregrinos, a los que se les entregan alfombras y sudarios para el viaje. Se celebra en febrero.

Viajar a República Dominicana

Si se adquiere un paquete turístico con todo incluido, la República Dominicana aparece como uno de los países más baratos del Caribe. Sin embargo, el coste de un viaje no organizado resulta, con creces, menos ventajoso. El alojamiento económico es muy escaso y, como gran parte de la comida debe importarse, la alimentación tampoco resulta asequible.

La divisa adecuada para utilizar en la República Dominicana es el dólar estadounidense. Las tarjetas de crédito y los cheques de viaje se aceptan en Santo Domingo, pero no así en las zonas rurales. Si se piensa viajar alejado de los circuitos turísticos, será necesario proveerse de dinero en efectivo, preferentemente moneda fraccionaria. Se aconseja evitar el canjeo de dinero en el mercado negro.

Las habitaciones de hotel están sujetas a múltiples tasas; por una noche se puede llegar a pagar un 23% más. En las cuentas de los restaurantes se añade un 8% de IVA y un 10% en concepto de servicio. Una propina de entre un 5 y un 10% por una comida será bienvenida, pero no es obligatoria. Lo mismo ocurre con los taxistas y los porteros de los hoteles, que aceptarán una gratificación por sus servicios.

En la República Dominicana predomina el clima tropical, con más variaciones de temperatura geográficas que estacionales. Agosto se caracteriza como un mes bochornoso y tórrido, mientras que enero sufre en menor medida esta canícula. Aparecen dos estaciones pluviales: entre octubre y mayo a lo largo de la costa norte y de mayo a octubre en el Sur. Es aconsejable ir provisto de paraguas si se tiene la intención de recorrer todo el país. La lluvia dominicana no puede calificarse precisamente de refrescante y ligera, como la hawaiana o centroamericana: aquí llueve a mares y durante muchas horas (puede estar lloviendo fácilmente medio día sin parar).

Merece la pena perderse la estación de los huracanes (de junio a septiembre). Aunque la probabilidad de sufrirlos sea ínfima, un huracán, aunque sea pequeño, puede amargar las vacaciones a cualquiera.

Un Carnaval no es suficiente para Santo Domingo, ciudad amiga de las fiestas: la celebración anterior a la Cuaresma, festejada en todo el país, siempre se inicia dos o tres días antes del 27 de febrero (Día de la Independencia) y finaliza unas jornadas después. Este gran acontecimiento combina la descompresión católica con la espiritualidad africana, ornamentada con fantásticos disfraces, carrozas espectaculares y ron a voluntad. El segundo Carnaval se inaugura el 15 de agosto, coincidiendo con el Día de la Restauración (aniversario de la declaración de guerra a España). Las fiestas de agosto quizá parezcan algo más tranquilas, pero no dejan de constituir una ocasión ideal para lucir plumas y lentejuelas.

La República Dominicana organiza otro gran evento durante la última semana de julio y la primera de agosto, el Festival de Merengue, epicentro de este ritmo y que congrega en Santo Domingo a los mayores talentos del planeta, para sumergir la ciudad y sus alrededores en música y baile. Se celebra otro festival de merengue en Puerto Plata durante la primera semana de octubre. Si apetece variar un poco de ritmo, no hay que perderse los tres días del Festival de Música Latina que acontecen en la capital, al que asisten los artistas más renombrados de este género musical, desde Enrique Iglesias y Ricky Martin a Tito Rojas y Fernando Villalona.

También merece la pena acudir a otros eventos, como el Festival Cultural que se celebra en junio en Puerto Plata, con una semana surtida de conciertos de jazz, blues, merengue y folk por toda la urbe; el Cabarete Alegría, en el que el país dedica todo el mes de febrero a divertirse, con actividades de fin de semana tales como carreras de bicicleta de montaña, competiciones de vuelo de cometas o concursos de castillos de arena, y el Encuentro Classic, un espectáculo de windsurf conocido internacionalmente que enfrenta a las estrellas de este deporte con la estación de los huracanes en Cabarete.

La época indicada para acercarse a Sosúa, repleta de bares y restaurantes, se focaliza durante la Semana Santa. Gentes de toda la nación afluyen a esta población situada junto a la bahía para participar en competiciones de voleibol, emborracharse, tumbarse al sol y bailar durante toda la noche. En definitiva, la gran juerga.

Viajar a Cuba

Los dólares y los "pesos convertibles" (que en Cuba son equivalentes a la moneda estadounidense pero que carecen de valor en el resto del mundo) constituyen la única moneda más aceptada en los hoteles y restaurantes estatales o con licencia privada, en los autobuses, trenes, compañías aéreas y en la mayor parte de las empresas orientadas al turismo. La moneda nacional, el peso cubano, puede canjearse en las tiendas de venta libre, en las cafeterías y en las paradas callejeras, en los cines y en muchos de los comercios alejados de los destinos más turísticos. En las oficinas que la agencia Candeca posee en toda la isla se pueden cambiar divisas tarifadas de forma muy razonable.

Si las tarjetas de crédito no han sido expedidas por una entidad bancaria estadounidense, el viajero podrá utilizarlas sin mayor problema.

Teniendo en cuenta que se trata de un destino del Caribe, Cuba sigue siendo razonablemente accesible, aunque no barata. Una habitación doble en un complejo hotelero de categoría media junto al mar puede costar de 50 dólares a 100 dólares, todo incluido. Una comida en un restaurante estatal puede suponer 10-15 dólares, mientras que una cena para una persona en un paladar (restaurante privado donde sólo se acepta moneda estadounidense) puede ascender a 7 dólares. Las tarifas de autobús o de tren para unos 160 km cuestan unos 4 dólares, y el alquiler de un coche puede dispararse hasta 100 dólares diarios, más que en la vecina Florida.

Los cubanos que trabajan en la industria turística confían en las propinas. El personal de un museo que ofrezca una visita completa, los guardianes de los hoteles que vigilan los coches de alquiler por la noche, los conductores de autobús serviciales, los camareros atentos o cualquier trabajador que se esmera más allá de sus obligaciones, son merecedores de un dólar de propina.
En los paladares a veces se añade a la cuenta entre el 10 y el 20 por ciento en concepto de "impuesto" o "servicio". Si existe la sospecha de que se esté incurriendo en estafa, es conveniente pedir un ejemplar de la cuenta y estudiarla detenidamente. Todos los establecimientos privados sufren una dura política fiscal con la finalidad de desalentar su competencia con las entidades estatales y, desde luego, los costos adicionales de esta medida recaen en el visitante. Debe evitarse recurrir a los jineteros, aquellos guías ocasionales que ofrecen sus servicios al turista para acercarle a un hotel o a un restaurante, pues ello supone un aumento de 5 dólares añadidos a la cuenta.

Es preciso abstenerse de ofrecer dinero u objetos varios a los niños o a los mendigos en la calle. Los cubanos tienen prohibido mendigar a los turistas, y muchos lugares están vigilados por policías ataviados de paisano. Puede resultar gratificante repartir fruslerías a gente que parece estar necesitada, pero dichas personas pueden llegar a ser interrogadas tan pronto como el viajero desaparece del lugar, y éste podría ser responsable del encarcelamiento de algún lugareño.

Todas las épocas son buenas para visitar Cuba. La estación cálida y lluviosa se extiende de mayo a octubre; pero es el invierno (de diciembre a abril) la temporada alta para el turismo en Cuba, cuando llegan los aviones repletos de canadienses y europeos en busca del sol tropical. Los cubanos suelen efectuar sus vacaciones en julio y agosto, por lo que las playas están mucho más concurridas en estas fechas. En Navidad y Semana Santa, así como en los días próximos al 26 de julio, fecha del aniversario de la revolución, también suelen ser muy frecuentadas.

Durante el Carnaval de La Habana, a lo largo del mes de julio, se organizan desfiles frente al Capitolio o a lo largo del Malecón las tardes del viernes, sábado y domingo. Las Jornadas de la Cultura Camagüeyana coinciden con la primera quincena de febrero, y el Festival Internacional de Jazz de La Habana tiene lugar cada dos años, también en febrero. En abril tiene lugar en Baracoa la Semana de la Cultura, y en Varadero el Festival de Música Electroacústica. Durante la primera semana de mayo se celebra la Romería de Mayo en Holguín, y a finales de junio, Trinidad acoge las Fiestas Sanjuaneras. En Santiago de Cuba el Carnaval tiene lugar a lo largo de las dos últimas semanas de julio y la primera de agosto, coincidiendo con las vacaciones del 26 de julio. Esta fiesta pasó a celebrarse en el mes de julio a partir de 1959, a raíz del final de la zafra azucarera. Durante estos diez días, el tambor es el rey de la fiesta. El Festival de Cultura Caribeña se convoca bien en junio bien en julio; en octubre se puede asistir durante diez días a los actos del Festival de Música Contemporánea de La Habana, y a finales de noviembre se organiza en Trinidad la Semana de la Cultura Trinitaria. El Festival Internacional de Cine Latinoamericano tiene lugar en La Habana en diciembre.

Viajar a Italia

Quienes dispongan de un presupuesto ajustado pensarán probablemente que Italia es un país caro; unos 35 euros al día permiten permanecer en hostales, alimentarse a base de bocadillos, no tomar una copa en las salidas nocturnas y visitar esporádicamente los museos. Hospedarse en una pensione u hotel, comer fuera una vez al día y descubrir varios museos elevará el gasto a los 45 euros diarios. Si se prefiere un alojamiento confortable, comer siempre en restaurantes y visitar todos los museos y galerías de arte, el coste aumentará como mínimo a 100 euros por día; y alquilar un coche doblará el presupuesto.

La hostelería italiana ofrece hoteles de lujo, restaurantes prohibitivos y tiendas exquisitas a las que es difícil resistirse, por lo que el autocontrol deberá imperar si no se tiene pensado multiplicar el presupuesto inicial.

Los bancos son los lugares más adecuados para cambiar los cheques de viaje, ya que suelen ofrecer las mejores tasas; es aconsejable preguntar en diversas entidades bancarias para encontrar comisiones más bajas y menos colas. En Italia, las tarjetas de crédito se aceptan de forma generalizada; para obtener dinero en los bancos, es preferible utilizar la Visa.

En los restaurantes, el servicio está incluido en la factura, de manera que no se esperan propinas, aunque es habitual dejar alguna que otra moneda del cambio, en especial en los bares, tal y como suelen hacer los italianos. Hay que tener en cuenta que en los bares y cafeterías, el precio asciende al doble o incluso al triple, si se consume en una mesa. Tampoco es habitual dejar propina a los taxistas, aunque el portero del hotel siempre espera recibir algo.

Abril y mayo junto con octubre y noviembre son los mejores meses para visitar Italia, cuando el paisaje se embellece, las temperaturas se mantienen agradables y escasean las multitudes. Se recomienda evitar agosto, mes vacacional para la mayoría de los italianos, y que supone el cierre de muchos comercios y negocios.

La temporada de esquí se alarga de diciembre a finales de marzo, mientras que la mejor época para bañarse en el mar transcurre entre junio y septiembre; para practicar senderismo en los Alpes, es preferible a partir de julio hasta septiembre. Es posible acercarse al sur en noviembre y diciembre sin encontrarse con temperaturas propias del invierno. Un factor determinante para planear una visita al país podrían ser sus numerosos eventos tradicionales y festivos; la Semana Santa se celebra con especial fervor, y cada pueblo organiza una gran fiesta en honor a su santo patrono.

Los eventos religiosos, culturales e históricos salpican el calendario italiano. El Carnaval de Venecia es uno de los más importantes en todo el mundo; mientras que las procesiones de Semana Santa más espectaculares se desarrollan en Taranto, Chieti, Sicilia y Florencia. También se celebran con profusión las fiestas organizadas en honor a los santos patronos de cada población, como San Nicola en Bari, San Gennaro en Nápoles y San Antonio en Padua (junio). El festival de las Serpientes, en los Abruzos, es también muy animado y repleto de colorido. Entre los festejos que se justifican en la tradición y la historia italianas y que se han convertido en acontecimientos imprescindibles se encuentran la Carrera de las Velas, el Palio de la Ballesta, ambas en Gubbio, y la Cabalgata de Cerdeña, las tres programadas en mayo; la Regata de las cuatro Repúblicas Marítimas Antiguas, que se alterna cada año en Pisa, Venecia, Amalfi y Génova durante el mes de junio; Il Palio, una de las festividades más importantes del país que se celebra en Siena en julio y agosto; y La Regata Histórica veneciana, en septiembre.