viernes, 24 de agosto de 2007

Viajar a Finlandia

La mejor época para visitar el país es la primavera, ya que el clima es sublime; en el mes de mayo, las playas reciben un gran número de turistas.

Las temperaturas en otoño no son malas, pero sus días cortos implican menos luz solar; por otro lado, el frío empieza a hacerse notar hacia finales de temporada, incluso en la Costa Azul. En invierno, los Alpes franceses y los Pirineos son el lugar perfecto para disfrutar con la nieve, aunque durante las vacaciones escolares de Navidades se ven multitud de chiquillos uniformados deslizándose por las pendientes. Desde mediados de julio hasta finales de agosto, la gente de la urbe se toma sus vacaciones para veranear en la costa o en las montañas. Lo mismo ocurre en febrero y marzo, fechas en que las ciudades tienden a quedarse prácticamente desiertas.


A los franceses les gustan las celebraciones; todos los años numerosas ciudades ofrecen música, danza, teatro, cine o eventos artísticos. Cada pueblo tiene sus propias ferias y fiestas que conmemoran desde los santos locales hasta el progreso agrícola. A finales de mayo, Saintes-Marie-de-la-Mer, en Provenza, es el escenario de un festival gitano donde se honra a Sara, la santa patrona de los gitanos. Esta fiesta se caracteriza por sus animados cantos y danzas.

Las fiestas nacionales más destacadas son el 1 de mayo, cuando la gente se regala muguet (lirios del valle) y el Día de la Bastilla (14 de julio), que se celebra lanzando petardos con los amigos. Los eventos regionales incluyen: los peripuestos desfiles de prêt à porter en París (a principios de febrero); el reluciente y encorsetado Festival de Cine de Cannes (a mediados de mayo); el Festival Internacional de Música de Estrasburgo (tres primeras semanas de junio); el teatro principal y alternativo del Festival de Aviñón (desde mediados de julio hasta mediados de agosto) y el Festival de Jazz de Nancy (del 9 al 24 octubre).

Finlandia ofrece atractivos y actividades durante todo año. La mayor parte de los museos y las galerías de arte permanecen abiertos tanto en verano como en invierno. No obstante, probablemente muchos viajeros se decanten por los meses más cálidos, entre mayo y septiembre, para acudir al País de los Mil Lagos ya que, además de las consabidas ventajas del buen tiempo, el verano es el período del sol de medianoche. Al norte del Círculo Ártico el invierno es una fría confluencia de singular luz azulada y profunda melancolía. A pesar de que nieva a partir de noviembre, el suelo permanece embarrado hasta finales del invierno: la temporada de esquí resulta especialmente propicia a partir de febrero, el mes más frío, y en Laponia se puede esquiar hasta junio.

El solsticio de verano (Juhannus) es el acontecimiento anual más importante en Finlandia. La gente se desplaza a su segunda residencia para festejar el día más largo del año. Las hogueras protagonizan la velada y muchos se sumergen en los lagos para nadar o remar. El elevado consumo de alcohol es también una de las características de esta celebración. El Festival de Jazz de Pori, en julio, es uno de los eventos más populares, pero el Festival de Ópera de Savonlinna, que tiene lugar en el castillo medieval de Olavinnlinna, está considerado el más famoso. Otros festivales internacionales de relevancia ofrecen música de cámara en Kuhmo o música folk en Kaustinen, cerca de Kokkola. Se organizan grandes espectáculos de rock durante el fin de semana del solsticio estival y otros también muy destacados a lo largo del año, como el Ruisrock, el festival de rock más largo, que se celebra en julio en Turku. Entre las fiestas tradicionales más peculiares, destaca el Día del Dormilón, el 27 de julio, en que la persona más perezosa de Naantali y Hanko es arrojada al mar. Pero la celebración más insólita de Finlandia es el campeonato anual de transporte de mujeres, que tiene lugar cada julio en la pequeña población de Sonkajarvi.

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