jueves, 23 de agosto de 2007

Viajar a Italia

Quienes dispongan de un presupuesto ajustado pensarán probablemente que Italia es un país caro; unos 35 euros al día permiten permanecer en hostales, alimentarse a base de bocadillos, no tomar una copa en las salidas nocturnas y visitar esporádicamente los museos. Hospedarse en una pensione u hotel, comer fuera una vez al día y descubrir varios museos elevará el gasto a los 45 euros diarios. Si se prefiere un alojamiento confortable, comer siempre en restaurantes y visitar todos los museos y galerías de arte, el coste aumentará como mínimo a 100 euros por día; y alquilar un coche doblará el presupuesto.

La hostelería italiana ofrece hoteles de lujo, restaurantes prohibitivos y tiendas exquisitas a las que es difícil resistirse, por lo que el autocontrol deberá imperar si no se tiene pensado multiplicar el presupuesto inicial.

Los bancos son los lugares más adecuados para cambiar los cheques de viaje, ya que suelen ofrecer las mejores tasas; es aconsejable preguntar en diversas entidades bancarias para encontrar comisiones más bajas y menos colas. En Italia, las tarjetas de crédito se aceptan de forma generalizada; para obtener dinero en los bancos, es preferible utilizar la Visa.

En los restaurantes, el servicio está incluido en la factura, de manera que no se esperan propinas, aunque es habitual dejar alguna que otra moneda del cambio, en especial en los bares, tal y como suelen hacer los italianos. Hay que tener en cuenta que en los bares y cafeterías, el precio asciende al doble o incluso al triple, si se consume en una mesa. Tampoco es habitual dejar propina a los taxistas, aunque el portero del hotel siempre espera recibir algo.

Abril y mayo junto con octubre y noviembre son los mejores meses para visitar Italia, cuando el paisaje se embellece, las temperaturas se mantienen agradables y escasean las multitudes. Se recomienda evitar agosto, mes vacacional para la mayoría de los italianos, y que supone el cierre de muchos comercios y negocios.

La temporada de esquí se alarga de diciembre a finales de marzo, mientras que la mejor época para bañarse en el mar transcurre entre junio y septiembre; para practicar senderismo en los Alpes, es preferible a partir de julio hasta septiembre. Es posible acercarse al sur en noviembre y diciembre sin encontrarse con temperaturas propias del invierno. Un factor determinante para planear una visita al país podrían ser sus numerosos eventos tradicionales y festivos; la Semana Santa se celebra con especial fervor, y cada pueblo organiza una gran fiesta en honor a su santo patrono.

Los eventos religiosos, culturales e históricos salpican el calendario italiano. El Carnaval de Venecia es uno de los más importantes en todo el mundo; mientras que las procesiones de Semana Santa más espectaculares se desarrollan en Taranto, Chieti, Sicilia y Florencia. También se celebran con profusión las fiestas organizadas en honor a los santos patronos de cada población, como San Nicola en Bari, San Gennaro en Nápoles y San Antonio en Padua (junio). El festival de las Serpientes, en los Abruzos, es también muy animado y repleto de colorido. Entre los festejos que se justifican en la tradición y la historia italianas y que se han convertido en acontecimientos imprescindibles se encuentran la Carrera de las Velas, el Palio de la Ballesta, ambas en Gubbio, y la Cabalgata de Cerdeña, las tres programadas en mayo; la Regata de las cuatro Repúblicas Marítimas Antiguas, que se alterna cada año en Pisa, Venecia, Amalfi y Génova durante el mes de junio; Il Palio, una de las festividades más importantes del país que se celebra en Siena en julio y agosto; y La Regata Histórica veneciana, en septiembre.

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