viernes, 24 de agosto de 2007

Viajar a Hungría

Finlandia ofrece atractivos y actividades durante todo año. La mayor parte de los museos y las galerías de arte permanecen abiertos tanto en verano como en invierno. No obstante, probablemente muchos viajeros se decanten por los meses más cálidos, entre mayo y septiembre, para acudir al País de los Mil Lagos ya que, además de las consabidas ventajas del buen tiempo, el verano es el período del sol de medianoche. Al norte del Círculo Ártico el invierno es una fría confluencia de singular luz azulada y profunda melancolía. A pesar de que nieva a partir de noviembre, el suelo permanece embarrado hasta finales del invierno: la temporada de esquí resulta especialmente propicia a partir de febrero, el mes más frío, y en Laponia se puede esquiar hasta junio.

El solsticio de verano (Juhannus) es el acontecimiento anual más importante en Finlandia. La gente se desplaza a su segunda residencia para festejar el día más largo del año. Las hogueras protagonizan la velada y muchos se sumergen en los lagos para nadar o remar. El elevado consumo de alcohol es también una de las características de esta celebración. El Festival de Jazz de Pori, en julio, es uno de los eventos más populares, pero el Festival de Ópera de Savonlinna, que tiene lugar en el castillo medieval de Olavinnlinna, está considerado el más famoso. Otros festivales internacionales de relevancia ofrecen música de cámara en Kuhmo o música folk en Kaustinen, cerca de Kokkola. Se organizan grandes espectáculos de rock durante el fin de semana del solsticio estival y otros también muy destacados a lo largo del año, como el Ruisrock, el festival de rock más largo, que se celebra en julio en Turku.

Entre las fiestas tradicionales más peculiares, destaca el Día del Dormilón, el 27 de julio, en que la persona más perezosa de Naantali y Hanko es arrojada al mar. Pero la celebración más insólita de Finlandia es el campeonato anual de transporte de mujeres, que tiene lugar cada julio en la pequeña población de Sonkajarvi.

La primavera en Hungría es un espectáculo en sí misma, incluso teniendo en cuenta las frecuentes lluvias de mayo y junio. El verano, caracterizado por sus días largos, cálidos y soleados, acoge la mayor parte del turismo, que inundan los centros de veraneo durante agosto, mes en el que Budapest, al igual que París y Roma, se paraliza.

El otoño también es especialmente hermoso en las colinas que bordean Budapest y en las tierras altas septentrionales; aunque noviembre es uno de los meses más lluviosos del año. El crudo y frío invierno trae consigo la clausura de muchos museos y otras atracciones turísticas.

Una de las celebraciones más relevantes del calendario es el Festival de Primavera de Budapest (en marzo), un gran espectáculo cultural de dos semanas de duración que programa actuaciones, conferencias y exposiciones de alcance local e internacional. Entre otros acontecimientos importantes destacan el Festival de Cine de Budapest (en febrero), donde se estrenan las nuevas películas húngaras; Busójárás de Mohás (en febrero), el martes de Carnaval más importante del país; las Semanas Festivas de Soprón (a finales de junio y principios de julio), con actuaciones de música tradicional y danza; el Festival de las Artes Folclóricas de Nagykalló (en agosto), uno de los eventos principales y más recomendables del año, y los Días de Jazz de Debrecen (en septiembre), el mejor festival de jazz de Hungría.

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